Publio Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.), nació en Sulmona, en Italia Central, de una familia acomodada de rango ecuestre, a la que incomodaba la afición de su hijo hacia la poesía. Siendo muy joven fue enviado a Roma para estudiar; tuvo como maestros de elocuencia a los gramáticos más afamados de su tiempo: Arelio Fusco y Porcio Latrón. Luego viajó a Atenas, a Asia Menor y a Sicilia.
A su regreso a Roma, se introdujo en ambientes intelectuales, pero fuera de los círculos de Mesala y Mecenas. Desempeñó diversos cargos públicos, pero finalmente rechazó la política para dedicarse plenamente a la poesía, en la que vertió su vasta cultura y erudición. Tenía una gran facilidad para componer poesía y alcanzó un inmenso éxito.
A su regreso a Roma, se introdujo en ambientes intelectuales, pero fuera de los círculos de Mesala y Mecenas. Desempeñó diversos cargos públicos, pero finalmente rechazó la política para dedicarse plenamente a la poesía, en la que vertió su vasta cultura y erudición. Tenía una gran facilidad para componer poesía y alcanzó un inmenso éxito.
Su vida personal y poética está partida por su lamentable condena al destierro. En el año 8 a.C. fue objeto de una acusación, aún no aclarada; Augusto lo envió a Tomis (en la costa occidental del Mar Negro, en la Dacia), y tuvo que abandonar para siempre la familia que había formado, su círculo de amistades y la fama y el éxito que ya conocía como poeta.
Se han aducido dos posibles razones que pudieron motivar la condena de Ovidio por parte de Augusto: haber presenciado algún suceso escandaloso en el seno de la familia imperial; haber publicado su Ars amandi, que con sus connotaciones eróticas vulneraba la moral que Augusto pretendía imponer.
Ovidio murió en el destierro, añorando Roma y suplicando angustiosamente a unos y a otros que intercedieran ante el emperador Augusto para que le fuera levantado el castigo.
Este es el texto íntegro de Las Metamorfosis de Ovidio
Se han aducido dos posibles razones que pudieron motivar la condena de Ovidio por parte de Augusto: haber presenciado algún suceso escandaloso en el seno de la familia imperial; haber publicado su Ars amandi, que con sus connotaciones eróticas vulneraba la moral que Augusto pretendía imponer.
Ovidio murió en el destierro, añorando Roma y suplicando angustiosamente a unos y a otros que intercedieran ante el emperador Augusto para que le fuera levantado el castigo.
Este es el texto íntegro de Las Metamorfosis de Ovidio
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